Los mal llamados “desastres naturales” son en verdad el resultado de una correlación entre fenómenos naturales peligrosos y factores sociales, políticos y económicos. Si las políticas públicas se restringen al momento de la catástrofe, como si no hubiera un antes un antes y un después para adoptar políticas de prevención y disminución del riesgo, las tragedias como la de Bahía Blanca seguirán repitiéndose, con mayor intensidad en un contexto de cambio climático.