Los aportes de la migración al desarrollo
Hace exactamente un año, en septiembre de 2022, presentábamos junto a Le Monde diplomatique el dossier “Mitos sobre las migraciones”, un trabajo compuesto por seis artículos que desmontaban, con información estadística, análisis riguroso y argumentos robustos, los principales prejuicios que, en ciertos espacios y desde determinadas narrativas, se asocian a las personas migrantes y sus trayectorias.
Ese trabajo, que permitió responder con contundencia a perspectivas cargadas de desconocimiento, cuando no de xenofobia, como también ofrecer argumentos concretos al debate público sobre la temática, hoy se complementa desde otro enfoque absolutamente necesario, aunque tal vez menos recorrido o visibilizado: la valoración de los aportes que las personas migrantes realizan al desarrollo en sus sociedades receptoras.
Valga una aclaración temprana: destacar el valioso rol que las personas migrantes desempeñan como agentes del desarrollo requiere evitar todo tipo de perspectiva transaccional. Lo decimos claramente: la migración es un derecho humano, y sobre esta certeza se debe construir nuestro entendimiento respecto a la movilidad humana.
Sin embargo, no menos cierto es que este derecho humano inalienable a migrar resulta además enormemente beneficioso tanto para las propias personas migrantes como para sus sociedades de origen y de destino, siempre que sea transitado en marcos en los que prime el enfoque centrado en las personas, se promueva su bienestar e integración y se favorezca el verdadero potencial que los y las migrantes pueden desarrollar.
Esto requiere, sin dudas, que las personas migrantes sean cada vez más protagonistas de las vidas sociales, económicas, cívicas y políticas de las sociedades en las que residen, y que los Estados cuenten con capacidades para poder ser los garantes del respeto, la protección y el cumplimiento de los derechos humanos a la hora de gestionar las migraciones, sus desafíos y oportunidades.
Para ello, como nos insta el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, es necesario abordar la migración como un proceso que puede potenciar el desarrollo, disminuyendo las desigualdades dentro y entre los países a través del mejoramiento de la gobernanza de las migraciones. En definitiva, como un proceso que promueva la plena inclusión de la población migrante, un acceso equitativo de oportunidades y al trabajo digno, la facilitación de su capacitación, el reconocimiento de sus competencias y habilidades y que combata la xenofobia y la discriminación.
Asimismo, es absolutamente primordial bregar por un involucramiento pansocial, donde todos los actores implicados tengan un espacio para el debate, incluyendo las voces de los gobiernos, las comunidades locales, la sociedad civil, el sector privado y los propios migrantes.
Argentina resulta un lugar privilegiado para tematizar este binomio virtuoso de migración y desarrollo, dado que las personas migrantes han desempeñado un papel fundamental en la configuración de su panorama cultural, económico y social desde los inicios del Estado Nacional.
Estas contribuciones, que por motivos metodológicos hoy nuevamente organizamos en seis ejes relativos al desarrollo económico, el sostenimiento de la vida, la producción de alimentos, la cultura, la educación y el fortalecimiento institucional y democrático, de ningún modo se agotan en estos pilares. Por el contrario, debemos rastrearlas en cada ámbito en el que las tradiciones, prácticas y perspectivas se intersecan para dar lugar a una sociedad más rica, diversa y plural.
En síntesis, reconocer y valorar las contribuciones de los migrantes no sólo resulta imperativo en términos morales; es una inversión estratégica en el futuro de nuestro país.
En este año en el que conmemoramos el 40 aniversario de la recuperación democrática en Argentina y los 75 años de la Declaración de los Derechos Humanos, coincidentemente asistimos a los 20 años de la Ley Nacional de Migraciones, un caso testigo para la región y el mundo de progresividad en los derechos y apertura a la interculturalidad.
Es el compromiso de la OIM en Argentina, así como en el mundo, continuar trabajando para promover la cohesión social, el acceso a derechos y el bienestar de las personas migrantes. Trabajando en conjunto, podemos fortalecer el potencial transformador de las migraciones para que cumplan un rol central en la construcción de una Argentina más inclusiva y próspera, que abrace la diversidad como piedra angular de nuestro camino hacia el desarrollo.
Este artículo forma parte del suplemento “Los aportes de la migración al desarrollo” realizado junto a la OIM Argentina. El suplemento recorre los aportes migrantes en materia de producción de alimentos, desarrollo económico, educación, tareas de cuidado, fortalecimiento democrático y desarrollo cultural.
Podés descargar aquí el suplemento completo en formato pdf.
* Jefa de la Oficina de OIM Argentina.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur