“La primera política educativa es la política económica”
Jaime Perczyk asumió como con un gesto que generó un efímero debate: separó frente a las cámaras de televisión la Biblia de la Constitución Nacional, sobre la que finalmente juró. Sin embargo, en su enorme despacho del Palacio Sarmiento, los símbolos son mucho más eclécticos. En una mesita exhibe dos fotos junto al Papa Francisco, en una de ellas hasta le obsequia una camiseta de Independiente, una de sus pasiones. En una pared cuelga un cartel que exclama “¡Gracias Néstor!”, y sobre su escritorio va y viene un termo que luce la leyenda Universidad de Hurlingham, de la que fue rector hasta diciembre de 2019.
Ese mes, con la llegada de Alberto Fernández a la Presidencia de la Nación, Perczyk fue nombrado como Secretario de Políticas Universitarias. Volvió así a la cartera educativa, un lugar que conocía muy bien: había sido viceministro de Alberto Sileoni durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Ahora, al frente de la cartera educativa, se muestra hiperactivo, tanto que debió interrumpir esta entrevista en un par de oportunidades para participar del lanzamiento de programas y actividades en distintas universidades.
¿Con qué diagnóstico del sistema educativo asumió en el Ministerio?
Hay un diagnóstico estructural y otro propio de esta etapa. El estructural tiene que ver con la caracterización de una Argentina profundamente desigual, en términos sociales, culturales y económicos. Uno ve que hay chicos que entran a una escuela a los dos años y que su circuito educativo termina en una escuela de Nueva York y, a 40 cuadras, hay chicos que no pueden terminar la secundaria. Eso describe cómo es Argentina. Por otro lado, hay un diagnóstico de la etapa que tiene que ver con recuperar la presencialidad plena; eso implica recuperar más días y más horas de clase, más rutina, más cotidianidad. Esa normalidad escolar deviene también en normalidad social, que permitirá recuperar lazos sociales, afectos, hábitos deportivos, institucionales, culturales. No hay injusticia más importante en el mundo y en Argentina que ver a chicos fuera de la escuela. La etapa nos obliga a tener un trabajo muy profundo, una política para recuperar a todos los chicos que se fueron de la escuela. El tercer tema, recuperados los chicos, es priorizar contenidos y recuperar aprendizajes para que todos puedan finalizar sus trayectorias educativas de manera exitosa.
Todos coinciden en la necesidad de recuperar a los chicos que se fueron en la pandemia, pero ¿cómo se hace?
Hay múltiples estrategias; tienen que ver con la política, el planeamiento y la inversión. Que ningún chico quede afuera tiene que ser un postulado que debe asumir la sociedad. Debemos vivirlo como una epopeya, es un compromiso de norte a sur, de este a oeste, de izquierda a derecha, de periferia a centro, de arriba hacia abajo. Nosotros tenemos registro de miles de chicos que ya volvieron y confiamos plenamente en que volverán más.
¿Cuántos volvieron y cuántos aún permanecen afuera?
Uno no puede bartolear datos, aún no los tenemos consolidados, lo estamos haciendo. Pero recorremos las escuelas y nos dicen: “Volvieron 22, volvieron 100”. Por ejemplo, hace unos días estuvimos en Santiago del Estero y una directora nos contaba cómo fueron a buscar a caballo a los chicos a sus casas. Esa vuelta también hay que planificarla: con clases a contraturno, también los sábados, ver qué contenidos priorizar. Quizá si un chico tuvo que ver la Edad Media, no va a recuperar en un mes todo lo que tendría que haber visto en el año, pero quizá la prioridad sea comprender cómo cayó la monarquía y ascendió la burguesía, el proceso de la Revolución Francesa, para entender todo lo que viene después. Ahora, eso hay que planificarlo y sistematizarlo.Y en tercer lugar viene la inversión: el Ministerio creó un fondo con el Consejo Federal de Educación, para realizar este trabajo, de 5.000 millones de pesos, para poder pagar más horas institucionales para financiar las escuelas de verano. Y hay cosas estructurales que se pisan con la coyuntura: estamos distribuyendo netbooks a todos los chicos de primer año, que es una necesidad de la coyuntura, pero también un piso de igualdad, que es el primer gran diagnóstico sobre el que hablamos. La computadora es un elemento de igualación educativa e igualación social.
Desde hace décadas, las asimetrías dentro del sistema educativo continúan más allá de cuáles sean las políticas, y se profundizaron de manera notoria con el gobierno de Macri y la pandemia.
Hay un problema de modelo social en América Latina. No se pueden escindir los procesos de igualdad y desigualdad educativa de los procesos de desigualdad social. Hay una idea esencialista de la educación que ignora que hay procesos sociales, económicos y culturales profundamente movilizadores o desmovilizadores. La primera política educativa es la política económica. La mejor manera de que los chicos vayan a la escuela es si los papás pueden comprarles zapatillas, cepillos de dientes, comida para todos los días, que puedan tener recreación y, además, una buena escuela. Un país desigual afecta de manera enorme a la escuela. Ahora, desde la escuela también se construyen discursos de igualdad e integración. A la vez, en las mismas condiciones dos escuelas tienen resultados distintos, por lo tanto los procesos pedagógicos e institucionales tienen valor. La integración requiere trabajo técnico, político y una buena escuela requiere una determinada política económica; pero eso lleva años. Para adelante viene eso: un gobierno que quiere transferir recursos a los más humildes, generar trabajo genuino, que quiere proteger el mercado interno, que toda su población tenga acceso a la salud, a los alimentos. ¿En la escuela qué significa? Mejorar la infraestructura, que tiene un impacto enorme en las condiciones educativas de los chicos y en las condiciones laborales docentes. Vamos a profundizar muchísimo la política de grandes refacciones y grandes construcciones. También la política de distribución de computadoras para igualar: el año que viene distribuiremos equipos en todo el ciclo básico de la secundaria y en todas las escuelas rurales. Vamos a tener también una política de shock muy importante de distribución de libros a todos los chicos de la escuela primaria e inicial. Esas son cuestiones de igualación y provisión material que sumarán a la formación y a la defensa del salario docente.
¿Para impulsar eso hará falta una nueva Ley de Financiamiento Educativo?
La Ley de Financiamiento no está vencida. Tiene una meta que es invertir al menos el 6 por ciento del PIB en educación. No estamos cumpliendo eso. Por lo tanto, la primera pelea para cambiar la ley es cumplir con las que tenemos. Tanto la Ley de Educación Técnico-Profesional –hay que reconstruir ese fondo– como llegar al 6 por ciento del PIB, que además hay que hacerlo crecer. Después hay que construir metas, costearlas y trabajar colectiva y políticamente para un acuerdo para una nueva ley. Argentina ha sufrido mucho en este año y medio de pandemia, así que tiene que construir una norma que no genere más daño, sino unidad de todo el sistema educativo.
No sirve invertir, desinvertir, hay que darle previsibilidad. Hay que invertir más, pero ¿para qué? Tienen que estar claros los propósitos y los objetivos, sobre eso tiene que haber un acuerdo.
¿Cómo se imagina esa ley?
Me parece que lo otro que hay que discutir y acordar es que el financiamiento tiene que ser continuo. No sirve invertir, desinvertir, hay que darle previsibilidad. Hay que invertir más, pero ¿para qué? Tienen que estar claros los propósitos y los objetivos, sobre eso tiene que haber un acuerdo. ¿Estamos todos de acuerdo en que todos los chicos de la secundaria tienen que tener una computadora? Bueno, eso cuesta tanto. ¿Estamos de acuerdo en que todos los chicos de primaria tengan una segunda lengua? ¿Cuánto cuesta? ¿Estamos de acuerdo en que los chicos de tres años tienen que ir todos al jardín? ¿Cuánto cuesta? ¿Estamos de acuerdo en que hay que construir jardines maternales, fundamentalmente donde viven y trabajan los sectores populares para que las madres puedan trabajar? Eso tiene un costo. Sobre eso hay que trabajar para lograr una mayor inversión, sobre metas concretas. No es lo único: hay que escolarizar a todos los chicos de secundaria, ampliar la jornada de la primaria, desarrollar programas para que jóvenes y adultos terminen el secundario, es necesario desarrollar carreras universitarias estratégicas para el país.
Esos acuerdos suelen chocar contra los ministros de Economía y las urgencias de un país que llevaba dos años de recesión y se le sumaron dos de pandemia, que tiene un 40 por ciento de pobreza, una deuda monumental con el FMI…
Al FMI hay que pagarle en dólares y esto cuesta en pesos. Algunos creen que cuando estemos bien llegará el momento de invertir en educación. Lo que demuestra la experiencia es que para estar bien y crecer hay que invertir en educación. Los objetivos con Economía son concurrentes. No hay desarrollo sin invertir en educación.
Hay una virtud del sistema educativo argentino que en estos contextos se vuelve una carga: su monumentalidad. Cualquier pequeña mejora implica una inversión millonaria en un sistema que cuenta con 15 millones de estudiantes, un millón y medio de docentes, 60.000 escuelas, 67 universidades nacionales.
Eso también es un capital para un país en crisis. Un sistema en permanente expansión, federal, que tiene escuelas grandes, chicas, medianas, universidades grandes y chiquitas, con interesantes niveles de cobertura. Uno puede verlo como un problema, pero también como una plataforma para salir de la crisis.
En esa necesaria ingeniería presupuestaria para fortalecer la igualdad en el sistema educativo, ¿pueden entrar en discusión los subsidios a la educación privada?
Los subsidios a los privados son potestad de cada una de las jurisdicciones. La Nación no subsidia, tiene un fuerte acompañamiento a la educación pública y un enorme financiamiento a las universidades nacionales. Cada provincia debe discutir, en función de su presupuesto, cuánto invierte en educación privada.
Además de la cuestión del financiamiento, ¿va a impulsar alguna nueva ley en su gestión?
Además de consolidar la Ley de Financiamiento Educativo atada a metas, me parece que debería impulsarse la Ley de Educación Superior. También hay que discutir una nueva escuela secundaria, tiene que haber acuerdo de las fuerzas políticas con los sindicatos, con la industria, con la producción.
¿Cómo se imagina al nuevo secundario?
En principio tiene que ser una escuela que los jóvenes lo vean como su lugar, tiene que vincularse con su cultura, tiene que vincular a la escuela con el trabajo, el empleo, con las posibilidades artísticas y deportivas de los jóvenes. Debe brindar conocimientos generales para que los chicos puedan constituirse como futuros estudiantes del Nivel Superior o constituirse como ciudadanos. La secundaria es un problema conceptual en Argentina y en el mundo, tenemos gente que habla de la meritocracia, y cuando lo hace define un modelo de escuela secundaria: el que puede, puede; y el que no puede, no puede. No estamos de acuerdo con eso, todos pueden aprender y hacer el esfuerzo para aprender. Para eso hace falta que la sociedad, los adultos, el país estén detrás de estos chicos para que puedan hacer el esfuerzo. Vamos a ir con tres líneas de acción: la creación de escuelas secundarias técnicas, la transformación de escuelas secundarias comunes en técnicas y un formato de escuela con otro modelo curricular, a la que se suma la formación profesional. Creemos que puede tener un impacto en la formación de técnicos. En los países, el 30 por ciento de la educación secundaria es técnica. Argentina cuenta con un 15. Tenemos que duplicarla.
¿Serán secundarias con docentes por cargo?
Los docentes por cargo son un tema… En Argentina pecamos de que como no podemos tener a todos por cargo, no tenemos a ninguno. Me parece que tiene que haber una transición hacia concentrar horas en las materias comunes, es posible hacerlo en las escuelas más grandes, en materias como matemática, lengua, artes, educación física. Requiere un trabajo artesanal, de planeamiento y acuerdos políticos.
¿Se dio una estrategia para lograrlo?
Las estrategias no se dicen, se hacen. El diagnóstico es ese.
¿Va a impulsar cambios en el sistema de formación docente?
Propusimos un acuerdo federal, que queremos que sea paritario, para recuperar un programa potente de formación docente permanente en servicio, gratuito, universal, federal, con inversión importante del Ministerio para todos los docentes, que es planteado como derecho y obligación. Creemos que generará dinámica positiva en todas las escuelas. Además, hay que construir un sistema de educación superior, articular mucho más el sistema superior no universitario con universidades y viceversa. También ese es el objetivo de sancionar una nueva Ley de Educación Superior, que garantice financiamiento mínimo y máximo de formación, derechos y responsabilidades de las universidades, de los docentes, de los estudiantes. Debe haber ámbitos en los que se discuta trabajo, producción, cultura, arte. A la educación superior no la tienen que discutir solo los educadores superiores, sino toda la sociedad. Hay que construir ámbitos, consejos, para que eso pueda ser debatido. Esta nueva ley debe contener garantías de fortalecimento de la calidad, por eso también hay que fortalecer la CONEAU.
¿Cuál será el concepto motor de su gestión?
Desde 1813, el Himno Nacional habla de “la noble igualdad”. Argentina es un país que logró construir acuerdos para obtener igualdad. Quiero que podamos empezar a recorrer un camino de integración en el sistema educativo.
Las asimetrías son muy grandes, ¿habrá políticas de discriminación positiva?
Si planteamos metas y objetivos, el que está más lejos de la meta debe tener más recursos que el que está más cerca. Aquel que está más lejos o que tiene que construir más salas para llegar a la universalidad de sala de cuatro, tendrá más recursos. La economía distribuye por coparticipación, tasas, esto va en contra de la “distribución de la economía”.
La pandemia obligó a una apropiación de urgencia y acrítica de las tecnologías, ¿habrá una política para revertir esa situación?
Hay una tarea muy importante, que llevará dos o tres años, que es la recuperación de la normalidad, de la presencialidad y la pospandemia. Reconstruir, por una parte, y construir la escuela argentina que viene, por otra. Reconstruir con todos los chicos adentro, recuperar con todos aquellos temas y aprendizajes que necesitamos pero, por otro lado, poner en discusión qué pasa con la tecnología en la escuela, con los docentes, con los chicos, con la familia. No endiosamos a la tecnología. Aprender exige un esfuerzo grande. A veces es con tecnologías y a veces sin ella. Nuestra educación inicial, primaria, secundaria es presencial. Hay que fortalecer eso. Y aunque parezca una paradoja, para eso distribuimos computadoras en la secundaria, porque eso es más tiempo de educación en casa, de vinculación con los demás. Creemos en el valor del Estado, por eso hubo gran desarrollo de canales educativos, de producción de recursos tecnológicos; incorporaremos a las computadoras una importante biblioteca digital. La educación a distancia fortalecerá la presencialidad, en la universidad también. Uno ya no irá al aula a escuchar, sino a discutir, proponer, construir, producir.
Con la discusión sobre la presencialidad durante la pandemia, ¿la derecha se quedó con la bandera de la educación?
Yo recorro mucho las escuelas y las universidades, y una cosa es lo que pasa en los medios de comunicación y otra lo que pasa en los espacios educativos. No veo en las escuelas ni en las universidades que haya un avance de la derecha. Todos saben qué pasó en el sistema educativo con la derecha argentina en el gobierno. La campaña electoral es la campaña, los medios son los medios, Twitter es Twitter y todos tenemos en claro que la realidad es más profunda y compleja.
Este artículo, desarrollado por el equipo del proyecto La educación en sus fuentes (UNIPE), forma parte del Suplemento Unipe #96
* Respectivamente: Ministro de Educación de la Nación Argentina / Periodista, editor de La educación en debate y de la revista Tema (uno) de la UNIPE. Docente de la Universidad de Buenos Aires y miembro de ANCCOM.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur