La construcción de una identidad bicontinental
Este 22 de febrero, Día de la Antártida Argentina, se conmemoran 120 años de presencia ininterrumpida de Argentina en el continente blanco. Un hito a menudo ignorado que permite reflexionar sobre la identidad de nuestro país y su rol en el Atlántico Sur.
Lo que está y no se usa, nos fulminará
Luis Alberto Spinetta, “Elementales leches”
En diciembre de 2022, toda Argentina se regocijó con la obtención de la tercera Copa del Mundo de Fútbol en Qatar bajo la dirección técnica de Lionel Scaloni. Pero pocos notaron la conexión que existe entre el entrenador de la selección argentina y la Antártida, una historia que se remonta al pequeño pueblo que vio crecer a Scaloni: Pujato. En las entrañas de esta pequeña localidad de Santa Fe, cuyo nombre suscita tanto misterio como arraigo, se entretejen hilos de historia que van más allá de las canchas de fútbol. Al indagar sobre el origen de Pujato, se barajan dos versiones que se disputan la primacía en los relatos locales. Algunos sostienen que el nombre proviene de un antiguo gobernador de la provincia, mientras que otros juran que la verdadera inspiración reside en el héroe nacional antártico, el General Hernán Pujato. Este militar y diplomático argentino, figura ilustre en la historia de la exploración antártica, lideró en 1951 la primera expedición científica a la Antártida Continental Argentina. Así, el nombre de Pujato adquiere una nueva dimensión, trascendiendo las fronteras geográficas de un pueblo para conectarse con un capítulo fundamental de la identidad nacional.
Cooperación internacional
El espacio geográfico conocido como Antártida debe su nombre a la combinación de la preposición anti (“lo opuesto de”) y la palabra arktos (“oso”), que los antiguos griegos utilizaban para denominar el Polo Norte, en referencia a la constelación de la Osa Menor, en la que se encuentra la estrella polar, guía para ubicar rápidamente el norte durante la noche. Por lo tanto, la Antártida es ese territorio que se encuentra en oposición al Polo Norte.
Desde 1959, este continente se encuentra regulado por un conjunto de acuerdos internacionales conocidos como Sistema Antártico, originado en la firma por parte de 12 Estados del Tratado Antártico, cuya secretaría tiene su sede en Buenos Aires. Complementado posteriormente por una serie de protocolos, el Sistema Antártico estableció principios básicos indiscutibles en el continente blanco: convivencia pacífica, suspensión de todo reclamo de soberanía, libertad de investigación científica y cooperación con ese fin, prohibición de actividad nuclear y explotación económica de los recursos naturales disponibles, como así también, la preservación del ambiente.
A la fecha, existen siete reclamos de soberanía (Argentina, Australia, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelanda y Reino Unido), y al momento de la firma dos Estados se reservaron el derecho de formular reclamaciones o reivindicaciones territoriales sin especificar el territorio involucrado (Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, representada en la actualidad por Rusia).
El año 1904 marcó un hito trascendental en la historia de Argentina y en la exploración de la Antártida. En ese año, Argentina se convirtió en el primer Estado nacional en establecer una presencia permanente en el continente blanco con la creación de la Base Orcadas. Esta hazaña no sólo representa un acto de valentía y determinación por parte de los pioneros que se aventuraron en el territorio hostil de la Antártida, sino también un compromiso inquebrantable por parte del Estado argentino para continuar explorando y comprendiendo un terreno del que se sabía poco debido a sus adversidades climáticas y su difícil acceso.
Durante cuatro décadas, las bases argentinas fueron la única presencia humana en la Antártida continental, una hazaña monumental que refleja la perseverancia y la voluntad de Argentina en su búsqueda de conocimiento en este vasto y misterioso continente. A pesar de las inclemencias del clima y las condiciones extremas, los científicos y exploradores argentinos persistieron en su labor, llevando a cabo investigaciones pioneras en áreas que van desde la climatología hasta la biología marina.
Durante cuatro décadas, las bases argentinas fueron la única presencia humana en la Antártida continental.
El 22 de febrero adquiere entonces un significado especial para los argentinos, ya que se conmemora la instalación de la primera base antártica: Orcadas. Con este nuevo aniversario, Argentina alcanza 120 años de presencia ininterrumpida en el continente blanco, consolidándose como la nación con la permanencia más antigua en la Antártida. Esta hazaña no solo añade una estrella más a la lista de logros nacionales, sino que también se convierte en un testimonio duradero de su compromiso con la ciencia, la exploración y la preservación de este remoto rincón del planeta. Argentina reivindica su soberanía sobre el Sector Antártico Argentino, abarcando el área delimitada por los paralelos 60º y 0º (Polo Sur) de latitud Sur, y los meridianos 25º y 74º de longitud Oeste. Este reclamo territorial refleja la determinación argentina por salvaguardar y entender uno de los entornos más inhóspitos del mundo, contribuyendo así al conocimiento global y consolidando su posición como líder en la exploración antártica. Sobre este espacio, Argentina posee 13 Bases: 6 permanentes y 7 temporarias. Dos de ellas (Carlini y Brown) son administradas directamente por el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación, mientras que las demás bases (Orcadas, Marambio, Esperanza, San Martín, Belgrano II, Melchior, Decepción, Cámara, Primavera, Petrel y Matienzo) son administradas por el Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR). El personal que forma parte de estas bases está compuesto por miembros de las Fuerzas Armadas, que prestan servicios logísticos, científicos y de mantenimiento que llevan adelante investigaciones de glaciología, biología marina, sismología, biología terrestre, y observaciones meteorológicas. De esta manera, en el Sector Antártico Argentino se emplazan 31 bases de 17 países, mientras que en todo el continente existen aproximadamente 43 bases en total, siendo Argentina el Estado que posee la mayor cantidad de bases.
Política de Estado
Resulta interesante que en los últimos 120 años de historia nacional la política antártica argentina no fuera cuestionada por gobiernos militares ni por gobiernos democráticos, cualquiera sea su color político. Razón por la cual se puede afirmar que la cuestión antártica constituye para Argentina una verdadera política de Estado.
Las estrategias utilizadas por los gobiernos de turno para afianzar la permanencia argentina en el territorio durante estos 120 años han sido diversas. Desde el mantenimiento de las trece bases, con sus distintos objetivos, al nacimiento de ciudadanos argentinos en las mismas, las visitas presidenciales al continente y hasta los comicios que se realizan en el continente.
La última dictadura militar (1976-1983) promovió como política el nacimiento de argentinos en Bases argentinas (estrategia que fue replicada por Chile) como recurso para consolidar la presencia nacional en el territorio antártico y de ese modo fortalecer el reclamo de soberanía del país en futuras negociaciones. Como resultado, Argentina cuenta con el primer ser humano nacido en la Antártida y otorgó pasaporte argentino a un total de 8 bebés nacidos en el continente. Algunos de ellos fueron concebidos en la misma Antártida, mientras que en otros casos sus madres viajaron allí ya embarazadas. Actualmente, este tipo de acciones no son promovidas, aunque sí se radican en la Base Esperanza familias que acompañan la labor diaria de quienes son destinados a cumplir funciones por un año.
Por otro lado, la Antártida Argentina ha sido testigo de las visitas de seis presidentes de la Nación. Arturo Frondizi se convirtió en el primero en explorar el continente blanco en 1961. En 1973, la acción fue repetida por el entonces presidente provisional Raúl Lastiri, seguido por María Estela Martínez de Perón en 1974. Luego las visitas se distanciaron un poco más en el tiempo; transcurrieron 23 años para que un nuevo presidente pisara suelo antártico, con la visita de Carlos Saúl Menem en 1997. En 2023, el expresidente Alberto Fernández viajó en febrero para conmemorar un nuevo aniversario de la presencia argentina en la región polar. A esta lista se suma el nuevo presidente Javier Milei, quien en uno de sus primeros actos en el cargo incluyó la visita al Sector Antártico Argentino, acompañado por algunos de sus ministros y miembros de gabinete y el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el diplomático argentino Rafael Mariano Grossi. Esta visita se enmarca en un acuerdo sin precedentes entre OIEA y Argentina, que ha dado inicio a la primera expedición científica para investigar la presencia de microplásticos en la Antártida. El grupo de investigación, conformado por dos expertos del OIEA, se unió a la misión en las Bases Antárticas argentinas Marambio y Esperanza, con el objetivo de evaluar el impacto de los microplásticos en diferentes entornos antárticos.
Argentina cuenta con el primer ser humano nacido en la Antártida y otorgó pasaporte argentino a un total de 8 bebés nacidos en el continente.
Por último, existen registros que evidencian que en territorio antártico argentino se realizan habitualmente comicios desde 1951, en sintonía con los que se realizan sobre el territorio continental. Las bases antárticas Esperanza, San Martín, Carlini, Marambio, Orcadas y Belgrano II, forman parte del padrón electoral de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, para lo cual las dotaciones deben estar empadronadas en el distrito.
Argentina, un Estado bicontinental
Como explica la diplomática argentina Sandra Rosana Pitta: “La política exterior está vinculada de manera inescindible al espacio vital del Estado. La geografía de un país es un factor determinante en la construcción de su identidad y en la construcción de su proyección al mundo” (1). Por ello, cimentar en el ideario nacional que la República Argentina es un Estado bicontinental se ha transformado en una política de Estado, con acciones como la sanción de la Ley Nacional N° 26.651 que establece la obligatoriedad de utilizar, en todos los niveles y modalidades del sistema educativo, y exhibir públicamente, en todos los organismos nacionales y provinciales, el mapa bicontinental de la República Argentina; como así también la Ley Nacional N° 27.671, que establece la capacitación obligatoria, periódica y permanente sobre la Cuestión Malvinas para todas las personas que se desempeñen en la función pública en todos sus niveles y jerarquías en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación, o, también, la Ley de Educación Nacional N°26.206, que determina que formarán parte de los contenidos curriculares comunes la causa de la recuperación de nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, como lo establece la Constitución Nacional en su Disposición Transitoria Primera, donde ratifica la legítima e imprescriptible soberanía argentina sobre las islas.
Una auténtica toma de conciencia de la geografía argentina permitirá avanzar en la construcción de políticas nacionales en torno al ejercicio de la soberanía nacional sobre el litoral marítimo, donde se desarrollan actividades de pesca ilegal, las Islas del Atlántico Sur, sobre las que se sostiene una disputa de soberanía con el Reino Unido y el territorio reivindicado en la Antártida, cuyo reclamo permanece suspendido mientras continúe vigente el Tratado Antártico.
Renacer de las cenizas
En la actualidad, es posible llegar a la Antártida desde Río Gallegos en un vuelo de aproximadamente 3 horas y 30 minutos en un avión Hércules de la Fuerza Aérea, siempre que las condiciones climáticas lo permitan. El avión puede aterrizar en la pista de la Base Marambio. A partir de allí, las distintas bases antárticas se conectan mediante helicópteros, que transportan tanto suministros como personal. Durante el verano, otra opción para llegar a la región es mediante el rompehielos ARA “Almirante Irízar”, el buque insignia del Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR).
En su regreso de la Campaña Antártica 2006/2007, el Irízar sufrió un incendio que dejó inutilizada una gran parte de la nave, hecho que instaló debates sobre su reparación o reemplazo. Finalmente se tomó la acertada decisión de invertir en su reconstrucción, ya que no sólo se restauraron los sectores dañados por el fuego con el 99% de mano de obra nacional, sino que también se modernizó su equipamiento, transformando al “Irízar” en un barco de vanguardia en términos de tecnología y capacidad científica. El buque pasó de contar con un solo laboratorio de investigación científica a tener ocho, equipados con tecnología de última generación.
El COCOANTAR, creado en 1969, es una entidad de vital importancia que se dedica a coordinar y llevar a cabo las operaciones argentinas en la región de la Antártida y su zona de interés de manera continua y permanente. Compuesto por recursos y personal de las tres ramas de las Fuerzas Armadas de Argentina, su principal objetivo es garantizar el despliegue de personal, el soporte logístico y el desarrollo de actividades científicas en esta área estratégica.
Su sede se ubica a pocos metros del Parque Lezama, en la ciudad de Buenos Aires. El edificio se destaca por su icónico escudo, que se puede distinguir a varias cuadras de distancia, y sirve como centro neurálgico para la planificación y coordinación de las operaciones argentinas en la Antártida.
En septiembre de 2023, fuimos recibidos en sus instalaciones por David Pizarro, licenciado en Historia y maestrando en Estrategia y Geopolítica. David, uno de los pocos civiles en el COCOANTAR, se presenta con orgullo como malvinero, antártico y bostero, y su destacada presencia en el organismo refleja su pasión y dedicación a la cuestión antártica, lo cual le ha valido el respeto de sus compañeros militares.
Nuestro recorrido comenzó en el Museo de la Dirección Antártica “Gral. Hernán Pujato” inmortalizado en un cuadro en la entrada. El museo alberga desde vehículos, condecoraciones, vestimenta utilizada por expedicionarios, aves embalsamadas, maquetas de buques y hasta un refugio que fue utilizado en la década de 1960 por expediciones argentinas en la Antártida. Al tiempo que nos ofrece una visita exclusiva por sus instalaciones, Pizarro comenta que, al momento de realizar sus trabajos finales de investigación universitaria, evidenció la importancia geoestratégica de la Base Petrel para Argentina, una instalación que perdió su categoría en 1974 debido a un devastador incendio. Se ríe y nos dice “resulta paradójico que el principal enemigo de las bases sea el fuego, ¿no?, siendo el continente que posee casi el 80% del agua dulce del planeta. Por esa razón, las construcciones en las bases se encuentran separadas para evitar un incendio completo de las mismas”.
En 2022 comenzó un proyecto que se prolongará hasta 2026, cuyo objetivo es otorgar nuevamente su operatividad a esta base, que le debe su nombre a un ave típica de esas latitudes. Ubicada en el extremo más cercano a la plataforma del continente americano, hasta el año pasado la Estación no contaba con calefacción, espacios comunes, mobiliario ni hangar en condiciones. A su vez, la instalación eléctrica era inestable (había que reacondicionar la usina) y las comunicaciones eran muy deficientes. Por último, había que poner en funcionamiento la cámara frigorífica, el incinerador, el sistema cloacal –requerido por el Tratado Antártico cuando en la base residen más de 25 personas–, el derretidor de hielo para la obtención de agua, cisternas para el almacenamiento de Gasoil Antártico (un combustible especial provisto por YPF que resiste las bajas temperaturas) y un campo de antenas.
También se instaló, en el mes de febrero, una antena de ARSAT que enlazó las comunicaciones de la Base con el telepuerto de Campo de Mayo, pasando por ciberdefensa, para que las comunicaciones sean más seguras. Gracias a esta tecnología, Petrel conecta a las bases San Martín, Carlini y Belgrano II con el continente.
Pizarro comenta que “con la reapertura de la base Petrel, se espera contar próximamente con otra pista de aterrizaje y con un muelle”. Recordamos que hace poco leímos en una nota publicada en la página oficial del Ministerio de Defensa una cita del entonces ministro de Defensa, Jorge Taiana, quien comentaba que la obra va “a mejorar el acceso, el transporte y la logística […] en las puertas de entrada de la Antártida, y poder tener una unión del Sector Antártico Argentino con el continente americano es la principal expresión de la bicontinentalidad argentina” (2).
Se unió a la conversación el suboficial mayor Roque Santillán, quien se entusiasmó al escuchar el nombre de Petrel. Es comprensible ya que ocupó un rol clave en la reactivación de la Base. A pesar de que cada base antártica tiene un jefe encargado / comandante de las operaciones diarias, la gestión administrativa, la logística y las comunicaciones con el continente americano, en estas instalaciones aisladas del mundo cotidiano que conocemos en el territorio argentino, lejos de sus familias, existe un rol fundamental: el encargado o “padre” de base.
El “padre” de base tiene la responsabilidad de brindar apoyo emocional, motivación, ser un confidente y ofrecer orientación durante los desafiantes períodos en la Antártida. En este entorno extremadamente remoto, donde los vínculos sociales habituales se ven limitados, este rol desempeña una función crucial para mantener la moral y el bienestar de quienes están lejos de sus seres queridos. El 2024 será aun más especial para Santillán, quien después de vivir varias temporadas antárticas lejos de su familia, tendrá la oportunidad singular de invernar con su familia en la Base Esperanza. Sus hijas más pequeñas asistirán a la Escuela Provincial N° 38 presidente Ricardo Raúl Alfonsín, que a la fecha sólo imparte clases para los alumnos de nivel inicial y primario, y su hija más grande, quien cursa sus últimos años de educación secundaria, lo hará virtualmente.
Las voces y las risas también llamaron la atención del general de Brigada Edgar Calandín, nada más ni nada menos que el comandante del Comando Conjunto Antártico, quien estaba al teléfono coordinando detalles de la próxima Campaña Antártica de Verano. Rápidamente nos comentó que en las próximas semanas viajaría un equipo de científicos que anualmente sigue una población de pingüinos antárticos, quienes estudian la ubicación donde construyen sus nidos como parte de una estrategia para evaluar los cambios climáticos en el continente. Los pingüinos modifican sus sitios de anidación en respuesta a las variaciones climáticas, proporcionando así información valiosa sobre el impacto del cambio climático en la región.
También aprovechó la oportunidad para mencionar que “si todo sale bien, cuando comience la Campaña Antártica de Verano 2023-2024 será transportada la nueva casa-refugio a Petrel”. Y no es para menos su entusiasmo: Pizarro nos comenta que “la casa, que tendrá una superficie cubierta de 2.244 m², poseerá una capacidad para albergar a 60 personas a lo largo de todo un año, y, en el verano, podrá alojar a 150 personas; será abastecida con energías renovables, convirtiéndose así en una de las más modernas del Sistema Antártico Internacional”.
En la misma nota del Ministerio de Defensa mencionada anteriormente, el ex ministro Jorge Taiana comentaba que este proyecto pudo ser impulsado gracias al FONDEF (Fondo para la Defensa): “El Fondo para la Defensa nos está permitiendo construir soberanía, generar nuevos recursos para las fuerzas y que el Comando Conjunto Antártico tenga infraestructura para poder desarrollar su actividad, que además está hecha 100% por mano de obra argentina y va a ser armada por el mismo Comando Conjunto Antártico una vez llegada a la base”. Pizarro agrega que empresas comprometidas con la causa Antártica se han sumado a la tarea de mantenimiento de las bases a través de donaciones. Por ejemplo, una empresa de sanitarios entregó insumos para la refacción de los nuevos baños de la base Petrel. También se sumaron a la causa una cadena de deportes, que instaló un gimnasio, y una empresa que en su página web se presenta como líder en sistemas de calefacción, agua caliente, climatización de piscinas y energías renovables, pero cuyo eslogan más conocido es “Si calefaccionamos las bases de la Antártida, ¡imagínate lo que podemos hacer con tu casa!”.
La reapertura de la Base Petrel es pues un símbolo de esa perseverancia argentina en la Antártida y una prueba de su compromiso con la investigación científica.
Todas estas operaciones se realizaron bajo la conducción del comandante Sakamoto, quien previamente estuvo a cargo de la base. Además de las obras mencionadas, este año se terminó de restaurar el hangar, se construyó una capilla, se cambiaron los pisos, el techo y la calefacción de la futura casa auxiliar en la cual por el momento vive la dotación que se encuentra en la base actualmente. También se instalaron unos 100 paneles solares que generarán energía limpia para abastecer la Base y se construyó una nueva sala médica, capaz de asistir en situaciones de baja complejidad. Pizarro aclara que la sala de mayor complejidad se encuentra en la Base Marambio, aunque en caso de requerir por ejemplo una operación, deberían viajar a Ushuaia. Esta acotación nos da pie para querer confirmar un mito urbano: ¿es verdad que para viajar a la Antártida la persona debe extraerse el apéndice? Entre risas, nos dicen que sólo es requisito para aquellas personas que van a vivir allí durante un año.
Identidad y proyección
En este punto, la identidad y la proyección de Argentina se entrelazan en una danza de significados profundos. La figura del General Hernán Pujato nos recuerda la larga tradición argentina en la Antártida. Un territorio hostil que, a lo largo de los años, ha sido testigo de hazañas y exploraciones que han forjado nuestra identidad bicontinental.
La reapertura de la Base Petrel es pues un símbolo de esa perseverancia argentina en la Antártida y una prueba de su compromiso con la investigación científica. Pero la identidad argentina en la Antártida se manifiesta no sólo en la presencia histórica y científica, sino también en el ejercicio de la soberanía intelectual a través del patentamiento de descubrimientos y tecnología derivados de la investigación antártica. Este acto refleja la afirmación de intereses y conocimientos, y aunque los reclamos de soberanía están suspendidos por el Tratado Antártico, demuestra la contribución del país al desarrollo de capacidades técnicas avanzadas.
Reconocer y valorar esta identidad bicontinental es contribuir a un futuro de respeto, cooperación y protección en la Antártida, donde Argentina se posiciona como un actor clave en el escenario del Atlántico Sur y global.
1. www.nodal.am/2020/04/argentina-bicontinental-y-oceanica-por-sandra-pitta/
2. www.argentina.gob.ar/noticias/taiana-superviso-el-avance-de-las-obras-para-la-base-petrel-estamos-construyendo-una-base
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* Licenciada en Relaciones Internacionales (UNICEN), Maestrando en Política y Economía Internacionales (UdeSA).
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur