CONTRA LA PEDAGOGÍA DE LA CRUELDAD

Jumanji, la clave frente a la catástrofe neoliberal conservadora

Por Manuela Hoya y Ana Laura Nuñez Rueda*
Este 8M nos encuentra con un Estado que se ha puesto al servicio de la voracidad del mercado y las finanzas. En este contexto, el feminismo Jumanji resulta un intento por volver a pensar lo comunitario y la política a través del prisma del feminismo justicialista, que inscribe la lucha por la igualdad de género en la pelea por la justicia social.

La hostilidad como estrategia política del Ejecutivo Nacional, la brutalidad de sus acciones represivas, la austeridad como horizonte y la impavidez que muestran frente a los caídos, la magnitud del despliegue policial en torno al Presidente, así como la furia que desatan cada semana en las redes sociales contra un nuevo blanco, signan a la novel gestión libertaria. Lo que ves es lo que es: ya no hay metáforas, ni elipsis, ni eufemismos. Brutal.

La contracara de esta animadversión es la indiferencia con los dolores comunitarios que hacen raíz en el neoliberalismo (1) y el goce en que al otro le vaya mal. Y estos tres términos son los que configuran el discurso oficial: tirria, prescindencia y regodeo. La guerra al Estado es también una guerra desde el Estado en un tiempo que no da respiro y en el que la comunidad, o lo que queda de ella, soporta la imprevisibilidad económica, la impotencia institucional y la desorientación política. Estamos ante una nueva época en la que las catástrofes se encadenan una detrás de la otra: cuando no es una ola de calor inmovilizante, es una invasión de mosquitos, la proliferación del dengue, la inflación desatada, la devaluación en el horizonte, la propagación del hambre, un vencimiento de la deuda y así para adelante.

Un camino hacia la justicia social

Frente a la multiplicación del malestar, lejos de hacer de la estatalidad un dique de contención, el primer movimiento de Javier Milei fue cerrar el El Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación. Aunque se esmeran en argumentar que no es prioritario y que no hay plata, lo cierto es que el gobierno batalla contra la perspectiva de género. Sin dudas, la experiencia en esta agencia especializada y jerarquizada exigía una revisión y una reformulación para robustecer el camino hacia una igualdad que equipare para arriba. Sin embargo, amparados en las evidentes limitaciones de la gestión anterior, que exceden por mucho a sus trabajadoras, las exacerbaron hasta que funcionaron como la justificación necesaria para cerrarlo. Y en esa jugada, años de trabajo, de aprender a saber-hacer, de recuperar lo hecho por las que caminaron antes, de desarrollo de nuevos métodos y gimnasias en plural para llevar adelante políticas públicas, así como para poner en funcionamiento una arquitectura con alcance nacional, fueron suprimidos de un sablazo.  Así, el Estado deserta de sus responsabilidades, desconociendo las conquistas y las luchas detrás de ellas, vaciándose de la ética de ser para otro/a. Un Estado que se ha puesto al servicio de la voracidad del mercado y las finanzas.

Advertimos que la misma mecha que prendió la llama del Ni una Menos hoy ordena el Viva la libertad carajo.

En esta acechanza neoliberal, la conjugación de licuación salarial y el ajuste fiscal conducen al reforzamiento de los roles establecidos de género, la estructura familiar patriarcal y el regreso al asistencialismo focalizado (uno por uno, dijo Sandra Pettovello). Lo que no haga el Estado, reducido y declarado abandónico, se hará en los hogares y allí, las tareas recaerán sobre las mujeres.  Y para despejar cualquier duda sobre el carácter reaccionario de esta experiencia libertaria, se prohibió el empleo del lenguaje inclusivo en las áreas del Estado Nacional –cancelan los que aclaman la libertad– y los feminismos fueron declarados asesinos y enemigos de la causa libertaria por ser una herramienta del comunismo.

Prendidas en otra llama

En este presente tan cruento como desafiante, el libro Feminismo Jumanji: una apuesta justicialista contra la ira neoliberal conservadora resulta un intento por volver a pensar lo comunitario y la política, con la esperanza de quebrar la hegemonía del individuo atomizado, la moralidad como ordenador social y la hostilidad como estrategia política. Quien lea, recordará la famosa película Jumanji que se estrenó en 1995 con el protagonismo de Robin Williams. Inspirada en un cuento infantil, el largometraje cuenta la historia de unos chiquitos que encuentran un juego de mesa tan antiguo como atrapante en el que ronda a ronda, los dramas se tornan más violentos y perniciosos. Es el regreso al estado de naturaleza y para terminar con esa pesadilla, todos los jugadores deben permanecer juntos y que uno de ellos llegue al final del recorrido. De igual forma, en el presente y por fuera de toda ficción, proliferan las crisis con una misma raíz: el neoliberalismo.

Este programa, lejos de mitigar los dolores, los agrava. Con él se impone una época de catástrofes y día a día la escena se pone más cruenta. Entonces, la ira se despierta ante la desigualdad sin respuestas. Así, advertimos que la misma mecha que prendió la llama del Ni una Menos hoy ordena el Viva la libertad carajo. Y precisamente por eso, repasar el devenir de los feminismos atendiendo al mapa de nuestros desacuerdos pacientemente cuidados puede prestarse como una hoja de ruta para leer el presente. ¿Qué hacer con el Estado y su impotencia? ¿Cómo actuar frente a la opacidad de la justicia? ¿Cómo posicionarse sobre el sexo comercial cuando acecha el hambre? ¿Cómo construir poder para volver a tejer lo común/comunitario? Estas son las cuatro controversias que elegimos para pensar la actualidad del movimiento feminista y esta época. Se despliegan en cada uno de los capítulos de este libro, polemizando con los feminismos liberales y progresistas desde el prisma del feminismo justicialista que inscribe la lucha por la igualdad de género en la pelea por la justicia social, privilegiando lo gregario, el carácter democrático y federal, así como su raigambre en el sur periférico. Este feminismo es una apuesta frente a la ira neoliberal conservadora: antepone la igualdad, concibe al Estado como un actor central y recupera la política para ordenar lo común, lo que es de todos, todas, todes.

Tejer lo común

Aunque en este presente los feminismos desde afuera del Estado debemos seguir apostando al método feminista como contrapedagogía frente a la pedagogía de la crueldad que el mismo Presidente pregona y agita como líder del bullying. También, emplearlo para hacer frente al intento de disciplinar a la clase política, a los dirigentes, a la militancia y a la sociedad en general. Este saber-hacer es el que invita al diálogo, aunque sea a los gritos, y al encuentro, aunque sea tenso. Es el que enseña que persistir en las ideas, como performance y praxis política, es una estrategia revolucionaria para no claudicar frente a las problemáticas más arduas e idear soluciones; para volver dominantes los temas postergados pero urgentes; para recuperar la historia; para iluminar que hay otra forma de hacer las cosas y para ganar la centralidad que nos corresponde, no sólo aritméticamente, sino porque la moneda gira porque la hacemos girar los, las y les que venimos perdiendo.

Hoy, cuando parece que la rabia de la reacción se hizo sentido común, tenemos el desafío de inundar las calles, de reconstruir lo comunitario y de idear alternativas a la encerrona mercantilista, punitivista, puritanista e impolítica. En estos tiempos de austeridad y urgencia, ningún horizonte puede ampliarse si se profundiza el neoliberalismo. De nada nos sirve ser iguales en un mundo que cada vez precariza más la existencia. En esta batalla final, los feminismos se enfrentan a la ira de la reacción moralizante a sabiendas de que para terminar con los peligros, todos los jugadores deben sentarse a la mesa y tejer lo común para sortear cada desastre, hasta que salga Jumanji.

Hoy, mañana y hasta que salga, la convocatoria es a ser el tsunami que arruine al neoliberalismo antes de que nos arruine a todas, todos, todes.

 

1. Los libertarios no son indiferentes frente a todos los dramas diarios, sino sólo ante aquellos que cuestionan al neoliberalismo. Tampoco ven un problema en que el Estado tercerice la ayuda social, pero sí objetan quienes son los intermediarios. Lo mismo con el “adoctrinamiento en las escuelas”: no es un inconveniente en tanto sea su cosmovisión lo que se imparta.

 

* Respectivamente: Es socióloga y maestranda en Política y Gobierno por la Unsam. Trabaja como docente universitaria, directora de Migraciones Internacionales de la Provincia de Buenos Aires y milita en la Juventud Peronista. Escribe ensayos sobre coyuntura, feminismo y migraciones. / Es comunicadora social, docente, becaria de investigación SECyT por la Maestría de Comunicación y Cultura de la UNCórdoba y militante peronista. Coordinadora del Programa Aprendo de la Secretaría de Políticas Sociales, Inclusión y Convivencia de la Municipalidad de Córdoba.

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

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