El fin del imperio americano
En primer lugar, existe una gran discusión sobre si el COVID-19 fue creado en un laboratorio chino. No puedo entrar en eso porque no tengo elementos para juzgar. Por lo tanto, mantengo como una posibilidad –por cierto, terrible– que el virus haya sido fabricado y artificialmente distribuido en el mundo. Segundo, y a pesar de ello, me parece que la respuesta de China y la de ciertos países orientales ha sido mucho más efectiva que la occidental. Pienso en países como Italia, España, Francia y, sobre todo, Estados Unidos –si bien tenemos países como Alemania que han respondido mejor que los anteriores–… han dejado en evidencia la eficiencia oriental frente a la ineficiencia occidental. Tercero, creo que esto pone en agenda la recuperación de China y otros países asiáticos como Corea del Sur, Taiwán, India, Indonesia. Esto anuncia el fin de la hegemonía occidental, más concretamente, el fin de siglo americano que fue el siglo XX, y una recuperación de lo que fueron las grandes potencias económicas del mundo hasta hace 150 años: China y la India. Me parece que esto que ya venía anunciándose antes de la pandemia –por supuesto no es un movimiento inexorable, las cosas pueden cambiar– pero lo que podemos ver es que esta crisis refuerza el desplazamiento de hegemonía del oeste hacia el este. Creo que estamos asistiendo, desde hace tiempo, al fin del imperio americano, y creo que el coronavirus acelera ese fin.
¿Cómo analiza la respuesta de los organismos multilaterales de alcance global?
El multilateralismo está en crisis, como está en crisis el orden internacional liberal. Cuando el presidente de Estados Unidos, primera potencia del mundo, declara que ellos iban a quedarse con las mascarillas, esto quiere decir que el multilateralismo, en cuya creación Estados Unidos tuvo un papel particularmente importante, pertenece al pasado. Hay que recuperar el multilateralismo; ahora más que nunca hay que proteger a la OMS. China se ha vuelto abanderada del multilateralismo. Tal como le decía el ex presidente Jimmy Carter al presidente Trump, desde la reiniciación de las relaciones diplomáticas en el año 1969, China no ha participado en ninguna guerra, mientras que Estados Unidos –decía Carter– se ha vuelto la potencia más agresiva en términos militares de la historia humana. Me parece que hay recuperar al multilateralismo.
¿Cómo analizar el vínculo entre Estado fuerte y globalización?
Vamos a la intensificación de la dialéctica entre nacionalismo y globalismo. Hay fuerzas que empujan a la reivindicación de lo nacional, pero también hay fuerzas que empujan al replanteamiento de una globalización basada en la cooperación. Esas fuerzas existen; en América Latina esa es una discusión de suma actualidad. Pienso que debemos recuperar la solidaridad internacional y una de las cosas que más hay que lamentar, en esta crisis de la pandemia, es la falta de coordinación internacional.
El concepto de “globalismo” es un término que aparece con frecuencia en los discursos de presidentes como Trump o Bolsonaro como un enfoque crítico al proceso de globalización ¿Qué significado tiene para usted?
Creo que hay un fenómeno de globalización que vas más allá de lo que fue la internacionalización del mundo a partir de la conquista del siglo XVI, y se refiere principalmente a la transnacionalización de la economía a partir de la década del setenta, ochenta del siglo pasado.
¿Cómo analiza la respuesta de América Latina frente a la pandemia?
América Latina, durante dos siglos, practicó relaciones bilaterales basadas en la oposición y en las guerras. Creo que, en las últimas décadas, América Latina cambió estas relaciones por relaciones de competencia. Entonces los peruanos nos comparamos con los chilenos, los argentinos con los brasileños, los nicas con los ticos… En fin, me parece que nunca hemos pasado de estas relaciones de competencia a relaciones de cooperación o, como sostiene Juan Tokatlian, a alcanzar la autonomía internacional de la región. Y creo que si ahora no lo hacemos, resultará bastante trágico. Me parece que hoy más que nunca son más necesarios los esfuerzos de cooperación y la coordinación. Los países con más peso en la región, como son México y Brasil, siguen sus propias políticas frente al virus que no tienen mucho que ver con el resto. El caso de Brasil me parece el más dramático.
Y en ese sentido, ¿cree que es posible una mayor cooperación con un Brasil gobernado por Bolsonaro?
Muy difícil. Espero que el pueblo brasileño reaccione ante el tremendo dolor que causa Bolsonaro y que haya un cambio. Igualmente, me parece que hay que buscar la coordinación con Bolsonaro pero francamente me parece muy difícil.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur