Aunque puede haber estado ejecutado por un desequilibrado o un loco, el atentado contra Cristina se inscribe en un clima de época marcado por la polarización extrema, la intolerancia social y la violencia discursiva. Muchas cosas tienen que pasar para que una cosa así pase, dice José Natanson en esta nota. Y llama la atención sobre el resquebrajamiento de los consensos que hicieron de Argentina uno de los pocos países de la región sin violencia política.
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