CANCILLER DE BRASIL 2017-2019

Brasil se convirtió en una línea auxiliar de Estados Unidos en América Latina

Por Aloysio Nunes
Aloysio Nunez

No hubo respuesta regional a la pandemia porque no contamos con mecanismos de cooperación relevantes. Tenemos al Mercosur, pero nos faltan mecanismos de articulación más amplios. Después de la crisis en la que derivó Unasur –que fue después de que Bolivia y Venezuela vetaran a un candidato argentino a la Secretaría General [José Octavio Bordón, en ese momento Embajador de Argentina ante Chile]– se creó un impasse que no permitió un cambio de dirección en Unasur. Sin embargo, en ese momento Brasil decidió permanecer en el bloque. Lo que hicimos es dejar de financiar un organismo que ya no funcionaba más. La Unasur fue vista como una plataforma de articulación contra Estados Unidos. No podemos tener organismos de cooperación contra alguien, tiene que ser siempre a favor. Recuerdo que mi colega Roberto Ampuero, ministro de Relaciones Exteriores de Chile [durante la presidencia de Sebastián Piñera], me dijo una vez: “Si vamos a terminar con la Unasur, tenemos que crear otro espacio porque es importante contar con organismos que puedan coordinar esfuerzos en distintas áreas.” Pienso que es absolutamente necesario crear nuevos espacios de integraciones regionales que superen las disputas ideológicas.

Desde la izquierda o el progresismo argumentan que no fue un bloque ideológico porque participaron gobiernos como el de Álvaro Uribe, ¿qué responde a eso?

Es verdad, había diversidad. La crisis política llegó cuando los venezolanos y los bolivianos resolvieron vetar una candidatura argentina por razones simplemente políticas. Entonces quedó paralizado, quedó una estructura enorme sin función. Es una pena, pienso que es necesario recrear mecanismos de articulación.

¿Qué papel regional cree que  juega Brasil desde la asunción de Bolsonaro?

La actual gestión brasilera rompió con una línea tradicional de la diplomacia al alinearse con Estados Unidos, al menos desde lo discursivo, ubicándose como una línea auxiliar de Estados Unidos en América Latina, situación muy mala. Eso tenemos que evitarlo, porque crea cierta desconfianza en torno a la política exterior brasilera. Rompimos una línea tradicional de acción con Estados Unidos. En política exterior, como en la vida, es importante mantener una línea de coherencia en relación a las cuestiones fundamentales. De todos modos, considero que fue un cambio más desde el discurso que desde la práctica. Por ejemplo, la actual gestión concretó una negociación con la Unión Europea que había sido alcanzada por nosotros [gobierno de Michel Temer]. No creo que haya un cambio de fondo, sino más bien de discurso, que forma parte también del perfil internacional del país.

También creamos desconfianza regional debido a una agresividad desmedida contra Venezuela. No era necesario escalar a ese punto del antagonismo. En nuestro tiempo, todo nuestro empeño estaba enfocado en construir una relación con Caracas en base a las reglas del Mercosur. Por eso, suspendimos a Venezuela por exigencia de la Cláusula Democrática del Tratado de Asunción. Después propusimos discutir el caso de Venezuela dentro del ámbito jurídicamente regulado que es la Organización de Estados Americanos (OEA). Si bien, consideramos que el gobierno venezolano rompió las reglas democráticas, no llevamos nuestro vínculo al límite de romper relaciones. Mi colega venezolano de esa época, Jorge Arreaza, me decía: “Aloysio aunque sea para pelear hay que hablar.” Nosotros hablábamos con Venezuela, ahora no se habla más.

El canciller Ernesto Araujo publicó un artículo donde dice que la pandemia es una oportunidad para que avance el comunismo en la región ¿cuál es su lectura sobre el tema?

De seguro que no será un mundo comunista [risas]. Países comunistas tenés a Cuba, a Corea del Norte y ni siquiera China. China tiene un Partido Comunista fuerte pero la China maoísta no existe más desde hace 40 años. No tenemos más comunismo fuerte en ninguna parte del mundo. No existe un Partido Comunista fuerte en América Latina. Un discurso como ese es visto con gran sorpresa por todos. Una estrategia de política exterior que tenga sentido implica una postura que sea capaz de sumar otros intereses a tus propios intereses. Esa postura no suma nada.

¿Cuál debería ser la posición de América Latina frente a la tensión creciente entre Estados Unidos y China?

Nuestro dilema es observar ese conflicto sin alineamiento con ninguno de los actores. Tenemos que buscar satisfacer nuestros intereses sin alineamiento con uno de ellos. Nosotros no tenemos atributos de poder para un influencia decisiva en el desenlace de ese conflicto, ni creo que tengamos interés en eso. Por lo menos, esa fue la orientación de la diplomacia brasileña en los últimos años.

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

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