En democracia, el poder debe controlar al poder
Por Andrés Criscaut*
La corrupción institucional tiene una larga historia en el mundo, y los modos de combatirla han evolucionado. Las democracias modernas han dispuesto diversos mecanismos, de cuya independencia y buen funcionamiento depende que el sistema representativo no resulte desvirtuado, sobre todo en tiempos de globalización, alta tecnología y auge del crimen organizado. La Reforma Constitucional argentina de 1994 se puso a tono con estos criterios de necesidad, pero el funcionamiento de las instituciones de control dispuestas por la nueva Carta Magna no funciona en la práctica. En las páginas siguientes se analiza el problema, se exponen algunos casos notorios de incumplimiento y se demuestra la casi absoluta falta de autonomía de los organismos de control. Entrevistas a los principales responsables.
* Periodista
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