Una política social avanzada, pero…
Por Antonio Alaminos*
Este 9 de marzo se celebran elecciones generales en España. Las encuestas de finales de febrero indicaban una paridad relativa en las intenciones de voto, aunque el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) cobraba ventaja. Desprestigiado por su apoyo irrestricto a la política exterior de George W. Bush (invasión de Irak; golpe de Estado contra Hugo Chávez, etc.) y sobre todo por las burdas mentiras difundidas en ocasión de los criminales atentados de Madrid (véase Ramonet, pág. 27), el Partido Popular (PP) ejercía una presión por momentos feroz y desvergonzada, a través de grupos de comunicación adictos. Las vacilaciones y medias tintas del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (véase Bustamante, pág. 28) lo perjudicaban. Por ejemplo, para valorar la política social del gobierno socialista, no sólo hay que observar su actividad progresista en lo normativo, sino también la realidad presupuestaria (véase Alaminos, en ésta página). Se impuso una lógica contable en la que el equilibrio presupuestario y la aspiración de superávit fueron la premisa para toda la legislatura. Es decir, una perspectiva macroeconómica cuya función principal ha sido mantener saneadas las cuentas del Estado. En resumen, una política económica profundamente conservadora. Estos factores hacen que las elecciones españolas se presenten de resultado incierto, pero de serias repercusiones internacionales si se impone la derecha.
* Director del Instituto de Desarrollo Social y Paz de la Universidad de Alicante.
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