Política y unidad

Por Sol Montero*

Pensar los efectos positivos de la pandemia supone registrar, ante todo, las huellas del trauma colectivo e imaginar sus posibles enseñanzas. ¿Cuáles son, en este presente incierto, las marcas anticipadas de un horizonte promisorio?

Hay un registro que remite al plano de lo político. Esta crisis reveló más que nunca el carácter performativo de lo político: la excepción y la normalidad son políticas; los cuerpos son políticos; la ciencia y la estadística son políticas; la distinción entre la economía y la vida es en sí misma política; decisiones como quién vive y quién muere, cómo es deseable vivir, qué cuerpos valen y cuáles no, son decisiones políticas; la libertad es política; los rituales, los tiempos y los espacios sociales son políticos; el adentro y el afuera son políticos. Lo político está en el Estado pero también en la ciencia, en los medios y en el espacio público, porque no hay información ni conocimiento científico que pueda sustraerse a la lógica de lo político. Primer gran deslumbramiento, entonces, que echa luz no solo sobre el Estado y sobre nuestros líderes sino, también, sobre nuestros científicos, sobre nuestras fuerzas de seguridad, y, por qué no, sobre nuestros vecinos.

En otro registro, de carácter más sociológico, quizás habremos de aprender algo sobre la trama inestable y cambiante de nuestra sociedad, de la que se dice que es imposible por ser incapaz de reconciliarse consigo misma, por estar estructuralmente dividida. Dividida en clases, en barrios, en zonas, en edades y poblaciones de riesgo, en géneros y en roles. Lo sabemos, pero aún estamos a tiempo de volver a aprender que es precisamente en la división donde ocasionalmente es posible hallar la unidad, aunque se trate de una unidad precaria: unidad en la solidaridad, en el miedo, en el cuidado, en el extrañamiento del otro y en su insustituible presencia, esa que le da cuerpo al nosotros.

Este artículo integra la serie: ¿Dejará algún saldo positivo la pandemia?, parte II. Volver a nota principal.

* Especialista en análisis del discurso político, investigadora adjunta del Conicet y docente en la Universidad de San Martín.

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

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