Le Monde diplomatique
La edición “madre” francesa de el Dipló fue fundada en 1954, pero el periódico tal como se lo conoce actualmente “nació” en los primeros años de la década del 70, cuando Claude Julien fue elegido director. Autor de un libro de cabecera sobre periodismo, Le devoir d’irrespect (El deber de ser irrespetuoso) (1), cuya tesis se puede resumir en que un periodista no puede, no debe, hacer suyas “las verdades del poder del Estado, de los partidos de oposición, del dinero, de los que orientan y deciden” y que “no tiene otra alternativa que revelar lo que todo poder se esfuerza por ocultar; que meter el dedo en las contradicciones y las imposturas; que atraer las miradas sobre aquello que es difícil de percibir; que escuchar a aquellos que no tienen medios para hacerse escuchar”, Julien convirtió en poco tiempo al pasablemente esclerosado periódico “diplomático” (se acababan los tiempos en que París era la capital del mundo y el francés la lengua internacional), en el Dipló que conocemos: una prestigiosa publicación progresista de política internacional, que pasó en un par de décadas de 40.000 a más de 200.000 ejemplares de difusión en lengua francesa y más de un millón de ejemplares en todo el mundo a través de sus 75 ediciones en 28 lenguas, de las cuales 41 en papel y 34 electrónicas.
La fórmula es simple. El “deber de ser irrespetuoso” ante cualquier forma de poder se traduce en un meticuloso respeto hacia los lectores, hacia los ciudadanos. La pura enumeración de hechos fuera de contexto, propia de las publicaciones cotidianas, la radio y la televisión; el trabajo de los periodistas que “llegan, ven e informan”, es en el Dipló responsabilidad de especialistas de cada tema; de estudiosos, en general académicos o periodistas especializados, trabajando en equipo con la redacción del periódico. Artículos de opinión, pero apoyada ésta en datos concretos, con abundancia de notas al pie y bibliografía. Es decir, opinión fundamentada; temas ubicados en su contexto histórico, local, regional e internacional; tratados en su dimensión económica, política, social, histórica e incluso ambiental.
En el Dipló trabajamos sobre la idea de base de que todo está relacionado; de que lo que llamamos azar, casualidad o destino es solo el encadenamiento de causas y circunstancias que no conocemos.
Así, los lectores reciben cada mes una interpretación de los principales problemas y sucesos mundiales debidamente contextualizados; pueden establecer relación entre los sucesos locales, regionales y mundiales; verificar los hechos y ampliar sus conocimientos sobre cada tema sin compartir necesariamente las opiniones vertidas. El Dipló no aspira a que todo el mundo esté de acuerdo, sino a que el debate sea intelectualmente honesto, profesionalmente serio y formalmente respetuoso.
¿La “línea” editorial? Republicanismo de izquierdas; esto último en sentido amplio: un punto de vista histórico, ético y moral que propugna un mundo más libre y más justo. Los sucesores de Julien, Ignacio Ramonet y Serge Halimi, han continuado y profundizado esta orientación y estilo de trabajo.
La edición Cono Sur
Los lectores se preguntarán “a qué viene” este repaso. Pues a que éste es mi último editorial en la edición Cono Sur, que tengo el honor de haber dirigido desde que Capital Intelectual aceptó mi propuesta de publicarlo en estos pagos. La edición de marzo próximo estará a cargo de un prestigioso intelectual y periodista, José Natanson (ver recuadro).
En estos casi 12 años, desde julio de 1999, el Dipló Cono Sur, publicó también varios Atlas mundiales, una importante colección de libros y fue extendiendo sus ediciones desde Argentina a Bolivia, Chile, Colombia, Perú, México, Venezuela y Uruguay, en estrecha colaboración con profesionales y empresas de esos países y con los altibajos, éxitos y fracasos propios de toda edición independiente en tiempos de crisis mundial de la profesión y de crisis mundial a secas.
Toca a los lectores juzgar si en este tiempo hemos sido fieles a esos criterios profesionales, a esa ética y a esa moral. De mi gestión solo puedo decir que lo he intentado honestamente, apoyado en todo momento por un secretariado eficiente, un equipo de periodistas profesionales, traductores y correctores de gran valía y por jóvenes muy bien formados que hicieron aquí sus primeros pinitos y hoy, lo digo con orgullo, son profesionales de primer nivel. En cuanto a los colaboradores externos de todos estos años, la lista de nombres habla por sí misma: lo que se dice “un lujo”; sin dudas un honor.
Me queda expresar mi agradecimiento profundo a los lectores por su fidelidad, adhesiones y discrepancias; por haber sabido distinguir nuestra “voz clara en medio del ruido” durante todos estos años.
Por último, dar la bienvenida a José Natanson, en la certeza de que, apoyado por un equipo de profesionales con experiencia y, sobre todo, fieles adherentes a la “línea” y los criterios de el Dipló, sabrá dar continuidad a esta filosofía periodística.
carlos.gabetta@gmail.com
1 Claude Julien, Le devoir d’irrespect, Alain Moreau, París, 1979.
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