El año que vivimos en peligro
Vamos a armar un scrum
Para aguantar estos días de locos
Dame una tregua de Navidad
Que me alivie un poco.
“Los años que vivimos en peligro”
Los Pérez García
Habrá que comenzar por lo evidente: Javier Milei resolvió un problema, y lo hizo rápido. Nos habíamos acostumbrado a la esterilidad gestionaria, una década de impotencia de Estado entre los últimos años del segundo gobierno de Cristina, el gradualismo de Macri y el desastre del Frente de Todos, hasta que entonces, salido del penúltimo estante de la góndola, llegó Milei y ejecutó un plan de estabilización que en pocos meses permitió bajar la inflación, corregir algunos precios relativos y contener el dólar. Superando las dudas iniciales que despertaban su debilidad legislativa y su absoluta falta de experiencia, consiguió fortalecer un núcleo duro de adhesión social y consolidarse en el poder.
En realidad, lo que está pasando no debería resultar tan misterioso: es lo que ocurrió con Carlos Menem, que también pulverizó la inflación y se quedó diez años; con Alberto Fujimori, que no resolvió un problema sino dos (la inflación y la insurgencia de Sendero Luminoso), por lo que los peruanos le perdonaron hasta un autogolpe, y es lo que explica la popularidad de Nayib Bukele, que mejoró drásticamente los índices de inseguridad en un país azotado por una violencia criminal endémica. En todos los casos, lo que ofrece el líder es una solución instantánea a un “problema difuso” que atraviesa clases sociales y realidades geográficas.
Por supuesto, el costo social es muy alto. En el caso argentino, una disparada de la pobreza, un desplome del consumo popular –2024 va a ser el año con menor consumo de carne en un siglo (1)– y una destrucción sistemática de empleo registrado. La pérdida de competitividad producto de la desinversión en infraestructura y el atraso cambiario –los pies de barro del plan– abren dudas sobre la sostenibilidad de todo el programa. Pero que la gestión económica genere costos o arrastre inconsistencias no quiere decir que esté condenada. La convertibilidad, que empezó de manera no muy diferente aunque en un contexto muy distinto, produjo un aumento progresivo del desempleo y, más tarde, de la desigualdad y la pobreza, pero se prolongó durante una década, y colapsó no porque la sociedad así lo quisiera (las encuestas mostraban que una mayoría social seguía valorando el uno a uno después de que estallara), sino porque el gobierno de De la Rúa no logró aguantar la corrida. Como siempre, faltaron dólares.
Para que funcione, un programa como el que está llevando adelante Milei tiene que sustentarse en un pacto social, es decir un esquema que implica un intercambio: la sociedad –al menos una parte mayoritaria de ella– tiene que percibir que recibe algo por el sacrificio que está haciendo. Durante los 90, los argentinos aceptaron ceder el empleo y la igualdad, pero obtuvieron a cambio estabilidad económica y consumo. Aunque todavía es pronto, algunos indicios sugieren que este nuevo contrato social está comenzando a escribirse.
Inflación, dólar, crédito
En primer lugar, analicemos la cuestión del empleo y los ingresos, que constituyen el principal efecto negativo del programa económico. Para comprender este punto, hay que tener en cuenta el modo en que la irrupción de la digitalidad, el comercio electrónico y el cuentapropismo transformaron el mercado de trabajo. El punto débil de la convertibilidad fue la desocupación, que aumentó hasta tocar un pico de 18,4% en 2001. En aquellos años, un desempleado era casi siempre un desempleado absoluto, sin más posibilidades que revisar cada día los clasificados de Clarín. Hoy cualquiera puede darse de alta en una app de reparto, emplearse en Uber (sin tener que invertir en una licencia de taxi) o recurrir a alguna plataforma de comercio virtual (sin tener que invertir en un kiosco, como solía suceder con los indemnizados en los 90). El salto tecnológico, las innovaciones tributarias –sobre todo el monotributo, justamente una creación del menemismo– e incluso los discursos de época, sobre todo el emprendedorismo, bajaron el costo de las barreras de entrada al ingreso y abrieron nuevas oportunidades laborales.
Claro que esta “nueva informalidad” está hecha de ocupaciones precarias e ingresos insuficientes; ni el pequeño cuentapropismo ni las apps compensan la destrucción de trabajo en blanco que está generando el plan económico –200 mil puestos formales menos hasta julio (2)–; pero sí la moderan, de algún modo la amortiguan. Y en todo caso se trata de un sector que venía sufriendo el aumento de precios en mayor medida que los trabajadores asalariados y que recibió con alivio la reducción de la inflación, que le permite no sólo recuperar poder adquisitivo sino pensar proyectos: recrear expectativas.
El segundo factor es el dólar. El atraso cambiario, combinado con la apertura comercial, afecta la competitividad de la economía, destruye la industria y en el largo plazo es insostenible. Como muestra un informe de la Consultora 1816, los cuatro momentos de los últimos 30 años en los que el tipo de cambio alcanzó el nivel actual –fin de la convertibilidad, segundo mandato de Cristina, gobierno de Macri, últimos meses de Alberto Fernández– terminaron en explosiones devaluatorias (3). Ante esta perspectiva, la apuesta del gobierno es que el blanqueo funcione como un puente temporal hasta que el despegue definitivo de los complejos extractivos (hidrocarburos y minería) aporte los dólares que faltan. Pero el atraso cambiario tiene también una faz virtuosa, dado que reactiva la capacidad de consumo en productos dólar-intensivos que son centrales en la canasta aspiracional de la clase media (autos, electrodomésticos, viajes al exterior, ahorro).
El tercer aspecto –la tercera cuestión material que Milei le está devolviendo a la sociedad a cambio del ajuste– es el crédito. Según datos de los bancos, en septiembre el crédito al sector privado registró su cuarto mes consecutivo de aumento (4). Si la paz macroeconómica se mantiene, la tendencia puede profundizarse y convertirse en un catalizador del consumo en una sociedad en la que, con billeteras virtuales y fintechs, la inclusión financiera es prácticamente universal. Lo resumió bien Roberto Navarro en su programa de radio. “Una de las cosas positivas de la caída de la inflación y la baja del déficit es que los bancos ya no tienen que financiar al Estado y buscan alternativas. Ayer fui a comprar ropa. Todo estaba en 12 cuotas sin interés y había cosas en 24. Si el año que viene, en lugar de 12 cuotas hay 36, y además hay crédito hipotecario, andá a buscarla al ángulo”.
El sueño de ser Perú
En enero, cuando Milei daba sus primeros pasos en el gobierno, nos preguntamos dos cosas: cómo se construye el éxito de un plan de estabilización de estas características, y cómo haría para manejar el conflicto social.
Para responder a la primera recurrimos a la experiencia comparada, que demuestra que los programas exitosos son aquellos capaces de combinar beneficios generales (caída de la inflación, aumento del consumo) con rendimientos sectoriales que garantizan el apoyo de algunos sectores sociales, lo que termina de dar forma a un nuevo esquema de ganadores y perdedores (que es lo mismo que decir un nuevo acuerdo social). Para ello, la clave es el timing. Partiendo de una situación crítica, un año cero de emergencia que abre la ventana al impulso transformador, el plan debe ir fortaleciéndose a medida que transcurre, dotando al gobierno de más y más poder político para agregarle sucesivas capas de reformas. Fue el caso de la convertibilidad y del Plan Real, y es lo que está intentando Milei.
Respecto del conflicto social, la duda era el nivel de resistencia que despertarían las políticas de ajuste. ¿Viviríamos nuevas escenas de enfrentamientos y represión? Transcurridos los primeros meses, cuando se hizo evidente que el efecto de empobrecimiento general y caída del poder adquisitivo no estaba llevando a una revuelta y que incluso los momentos de mayor tensión política se resolvían a favor del gobierno, argumentamos que quizás la sociedad argentina era diferente a esa sociedad de clase media a la que estábamos acostumbrados, que tal vez la crisis económica y la pandemia habían cambiado su fisonomía para acercarla a otras sociedades latinoamericanas más desiguales y heterogéneas.
En un curioso caso de profecía autocumplida, el éxito del plan económico llevará a una desindustrialización rampante, una caída del empleo formal y una dinámica económica orientada a los complejos exportadores de hidrocarburos, minería y campo.
Si Milei ganó las elecciones y apenas asumió logró recortar 21% el poder de compra de los jubilados sin que volara una mosca, fue porque entendió el país que le tocaba gobernar, que es al mismo tiempo el país que está construyendo. En un curioso caso de profecía autocumplida, el éxito del plan económico llevará a una desindustrialización rampante, una caída del empleo formal y una dinámica económica orientada a los complejos exportadores de hidrocarburos, minería y campo. Antes de las elecciones, Milei supo leer mejor que otro la transformación experimentada por la sociedad argentina; ahora la está completando.
Outsider
¿Cómo hizo Milei para implementar el plan que Macri no llegó a concretar? ¿Qué rasgos personales explican este éxito? Un breve rodeo y concluyo.
En El Estudiante, Santiago Mitre cuenta la historia de Roque (Esteban Lamothe), un joven recién llegado del interior que se anota en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y, atraído por Paula (Romina Paula), comienza a militar en una agrupación política. Novela de aprendizaje y de poder, la película sigue el trayecto sinuoso de su protagonista, que al principio luce perdido entre las paredes descascaradas de la Facultad pero que poco a poco va aprendiendo los secretos de la política universitaria, esa lucha por pequeños espacios administrativos hecha de miserias y traiciones –una política con minúsculas que Mitre narra apelando no casualmente a los planos cerrados–. Roque viene de afuera, no conoce los códigos ni las mañas, pero lleva en la sangre la astucia típica del pueblo chico, donde el poder se ejerce sin mediaciones, desnudo.
Succession, la tremenda serie de HBO, se organiza alrededor de las peleas entre cuatro hermanos por el lugar de su padre al frente de una gigantesca corporación de medios. En la temporada final, cuando el heredero natural del imperio, Kendall, intenta una última jugada para quedarse con el puesto, aparece un tapado: Tom Wambsgans, el apuesto marido-trofeo de su hermana que, nacido en una familia de clase media, fue incorporado casi por lástima al grupo familiar pero que con el paso del tiempo va mejorando su rendimiento profesional, su capacidad de adulación y su sentido de la oportunidad hasta que, en un giro imprevisto, se termina llevando el premio mayor.
Podríamos seguir así, porque hay miles de ejemplos de personajes que llegan desde los márgenes para apoderarse del centro. Sin ir tan lejos, Menem y Néstor Kirchner eran gobernadores avezados pero periféricos, que una vez en la Casa Rosada construyeron largos ciclos políticos. Y ahora tenemos a Milei, un outsider desprovisto de experiencia política y roce con el poder –ni siquiera se trataba de un empresario con contactos, como podía ser Macri–, que logró sortear uno tras otro los obstáculos que le fueron tendiendo y que está mostrando una notable capacidad política (la perversidad con la que maneja a Macri es de un refinamiento exquisito).
Conviene, sin embargo, no apurarse. Disentimos con quienes aseguran que Milei ya ha ganado la batalla: la nuestra es una sociedad voluble, peligrosa como una serpiente, para la que nada nunca es definitivo. Pero sí es verdad que la fortuna le sonríe. Sea por la suerte de los elegidos, por la intuición propia de los grandes líderes o por la temeridad del que no tiene nada que perder (al momento de asumir no tenía un partido, un grupo político, ni siquiera una familia a la que volver), lo cierto es que Milei llega a su primer año de gobierno con un éxito impensado.
1. https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/historico-el-consumo-de-carne-vacuna-cerraria-2024-en-el-nivel-mas-bajo-en-110-anos-nid05072024/
2. https://www.ambito.com/economia/el-empleo-asalariado-formal-sufrio-su-decima-caida-al-hilo-la-era-javier-milei-ya-se-perdieron-casi-200000-puestos-n6069450
3. https://www.iprofesional.com/finanzas/417603-consultora-1816-revelo-por-que-gobierno-javier-milei-puede-mantener-dolar-barato
4. https://nbs.ar/bancos-y-fintech-se-entusiasman-con-el-regreso-del-credito/