Un caos sin derecho ni moral
Por Tony Fortin*
Industria colosal que factura anualmente cerca de veinte mil millones de dólares, los videojuegos parecen no tener en cuenta la diversidad política y cultural. En adhesión a las teorías de los neoconservadores, están penetrados por el poder simbólico del 11 de septiembre de 2001. Sobre la base de una despolitización de los conflictos y de un revisionismo histórico, confunden lucha contra el terrorismo y criminalización de soluciones políticas alternativas, que tienden a destruir por medio de las ficciones ideológicas.
* Jefe de Redacción de Planetjeux.net, sitio de estudios críticos de los videojuegos. Autor, entre otros, de Les Jeux vidéo: pratiques, contenus et ejneux sociaux (en colaboración con Philippe Mora y Laurent Trémel), L'Harmattan, París, 2006.
Traducción: Patricia Minarrieta
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