Este mundo-prisión donde vivimos
Por Martin Winckler*
La televisión no es una especie de embudo donde se vierte solamente cultura de segunda clase para atiborrar a los pueblos ignorantes. Al igual que el cine, la fotografía, el cómic, el afiche o la radio, se trata de un medio de comunicación masivo que, en ciertos casos, está también al servicio de la expresión de artistas, creadores y algunos genios singulares. La serie estadounidense "Oz", de gran éxito entre televidentes avisados y pasmoso realismo, brinda una nueva prueba de esto.
* Autor de "La Maladie de Sachs", J'ai lu, París, 1999 y Les Miroirs de la vie. Histoire des séries Américaines, Les Passages, París, 2002.
Traducción: Patricia Minarrieta
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