CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO Y LA DESIGUALDAD LABORAL

Mujeres y trabajadoras

Por Laura Oszust*
Bajo la consigna #VivasNosQueremos se realiza la segunda marcha en el año en contra de la violencia de género en el país. En esta ocasión no sólo se reclama por la cantidad de femicidios que se registraron en el último mes sino que también se puso en agenda la desigualdad laboral, reclamo expresado en el primer paro nacional de mujeres.
Romina Lerda

El femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata desencadenó un clima social de indignación. La joven de 16 años, según la fiscal del caso, María Isabel Sánchez, fue sometida a «una agresión sexual inhumana». Lucía murió por el dolor provocado por la violación perpetrada por Juan Pablo Offidani y Matías Farías. Estos dos hombres fueron detenidos por el femicidio a horas de dejar a Lucía en la salita de primeros auxilios de Playa Serena, y un tercero, Alejandro Maciel, fue detenido días después. Este crimen de género fue el punto cúlmine para desatar la convocatoria del 19 de octubre: a 17 días de ese mes habían sido asesinadas 19 mujeres.

Esta jornada de lucha sostiene reclamos más específicos: las leyes ya existen por lo tanto se exige su cumplimiento y el presupuesto para el mismo. Pero lo novedoso aquí es que la convocatoria posee dos instancias: paro de mujeres por una hora de 13 a 14 horas y movilización a Plaza de Mayo. Esta primer acción de lucha es interesante, ya que coloca a las mujeres en el lugar de trabajadoras y relaciona la violencia de género con la desigualdad laboral con el lema: «Si mi vida no vale, produzcan sin mí».

El movimiento sindical y las medidas de fuerza, como el paro, están asociadas a la figura masculina. No resulta casual que en la pelea por la reapertura de paritarias y la negociación por el bono de fin de año sea un triunvirato de la CGT compuesto por hombres quienes intervienen en el tema, y que los principales gremios estén dirigidos por varones.

Luchas históricas

Si bien es el primer paro nacional de mujeres en Argentina, la lucha del movimiento feminista en el ámbito laboral tiene una larga historia, en la que se conquistaron algunos derechos.

En 1909 los trabajadores de fábricas textiles de Nueva York realizaron un cese de actividades comandado por Clara Lemich, dando origen al «Levantamiento de las 20 mil», en femenino debido a que entre un 60 y 70% de las empleadas textiles eran mujeres. A partir de esa medida consiguieron la reducción de la jornada laboral, vacaciones pagas y equiparación salarial.

En 1968 tuvo lugar en Inglaterra el conflicto de las trabajadoras de la empresa de automóviles Ford. Las únicas 187 mujeres empleadas que tenía la empresa trabajaban en la planta de la localidad de Dagenham y estaban clasificadas como Grado A o de «Habilidades mínimas». Por este motivo su salario era significativamente inferior al de los varones, y además las condiciones del espacio de trabajo eran insalubres. Estas trabajadoras se unieron y ante la negativa de su delegado hombre para exigir cambios en su situación eligieron como delegada a Rita O´Grady. Ese año realizaron una huelga de tres semanas con el lema: «Igualdad salarial o nada». Como consecuencia de esta lucha, en 1970 se aprobó la Ley de Igualdad Salarial en el Reino Unido.

La experiencia vivida en Islandia en 1975 en el denominado «Viernes largo» es realmente importante. Ante la desigualdad de los cargos legislativos (sólo el 5% de las bancas del Parlamento estaban ocupadas por mujeres), las islandesas realizaron un paro en sus trabajos formales pero también en los trabajos no remunerados, como lo son las tareas del hogar y el cuidado de niños o adultos. Tanto la modalidad de paro con el cese de actividades no rentadas (que obligó a los hombres a llevar a sus hijos al trabajo) como la exigencia de la paridad en el ámbito legislativo son discusiones que están vigentes este 19 de octubre.

Precarización por género

Actualmente en Argentina, según explican las periodistas de Economía Femini(s)ta, Mercedes D´Alessandro, Magalí Brosio y Violeta Guitart, las mujeres ganan un 27% menos que los varones. Al mismo tiempo las mujeres tienen doble jornada laboral, ya que realizan el 76% del trabajo no rentado del hogar (1). En este sentido, según la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC en el tercer trimestre de 2013 ­(últimas estadísticas realizadas) en el hogar de una pareja el 95% de las mujeres tuvo participación en el trabajo doméstico no remunerado y el 54% de los hombres participaron de estas tareas. El tiempo promedio de dedicación en este período al trabajo no rentado fue de 7,6 horas en las mujeres y 3,4 horas en los hombres.

La situación del empleo es un tema que preocupa, no sólo por la situación socioeconómica en general, sino porque la desigualdad de género es alarmante. Según la Encuesta Permanente de Hogares, la tasa de empleo remunerado para las mujeres es del 43% frente a un 67% para los varones (2).

Además las mujeres tienen obstáculos para acceder a cargos directivos y subir su jerarquía. Este es el llamado «Techo de cristal», la limitación de las mujeres a acceder a puestos superiores en una institución. En Argentina sólo un 4% de las empresas grandes y pymes están dirigidas por mujeres, y en el Estado nacional ocupan un 22% de los cargos de conducción política, como subsecretarías, secretarías y ministerios, en el gobierno de Mauricio Macri (aunque las cifras fueron las mismas durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner) (3). En cuanto al ámbito académico, el 60% de las becarias del CONICET son mujeres pero sólo un 25% llegan a ser investigadoras superiores o principales. Siguiendo a las especialistas de Economía Femini(s)ta, esto se debe a la maternidad, no sólo a ser madre sino a la posibilidad futura de serlo. Como se menciona anteriormente, las mujeres realizan la mayor parte del trabajo doméstico (el cual incluye el cuidado de los hijos) y por eso es la mujer quien tiene que compatibilizar los dos trabajos, el remunerado y el no remunerado. En este sentido la autora de Mujeres malabaristas en una sociedad desigual y doctora en Ciencias Sociales, Eleonor Faur, afirma que se deben proveer servicios de cuidado infantil gratuito desde el Estado y que es necesario comenzar a «comprender la cuestión del cuidado no como un problema personal sino como un problema público» (4). Se puede observar además que el sistema laboral reconoce su carácter patriarcal al dar sólo dos días de licencia por paternidad, hecho que refuerza la asimetría.

Por último, los estereotipos y prejuicios de género colaboran en la permanencia del «Techo de cristal». Pensar en un jefe como varón asociado a la resolución, practicidad, simpleza, dureza, no emocionalidad, ubica a la mujer en un lugar de inferioridad de capacidades para ejercer autoridad. La representación de estos roles de género en publicidades y otras producciones de medios de comunicación refuerzan la brecha.

El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional reconocen que la igualdad de género en el plano laboral favorece el crecimiento económico y el desarrollo de los países. Es importante que desde el Estado, a quien va dirigido el reclamo de este 19 de octubre, incluya este tema en agenda. La obligatoriedad de la educación a partir de los 4 años es un gran avance pero la falta de instituciones que alberguen a esta población y la poca cantidad de escuelas con doble escolaridad son obstáculos para empezar a reducir esta desigualdad. Además debe ejercerse un control para la igualación de salarios y licencias. Este primer paro nacional de mujeres, que se replicará en otros países de América Latina, será la punta de lanza de esta demanda, visibilizando no sólo las muertes sino la situación precaria de las mujeres en el mercado laboral. Las luchas de Nueva York, Dagenham e Islandia sirven de ejemplo de que es posible romper la asimetría.

1. «Economía feminista, ¿modo o necesidad?», por Estefanía Pozzo, El Cronista, 14-10-16.

2. www.trabajo.gov.ar

3. http://w4000416.ferozo.com/rompamos-el-techo-de-cristal/

4. «El problema invisible», por Eleonor Faur, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, septiembre de 2015.

* Lic. en Comunicación Social. De la redacción de Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

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